viernes, 18 de febrero de 2011

SIERRAS DE CADIZ Y MALAGA, LA OTRA CARA DEL SUR

Es propio de nuestra naturaleza desear lo que uno no tiene,  a estas alturas del crudo invierno uno ya desea que el sol caliente y poder hacer mas vida en el medio natural.
Por estas fechas escribo desde mi pequeño pueblo de la sierra de Madrid y claro seguimos con nuestras nevadas, siempre deseadas pues nos regalan impagables estampas y nos permiten disfrutar de ese manto nivoso en las distintas actividades de montaña pero por estas fechas echo de menos la maravillosa sierra templada de Cádiz y Málaga. Esta sierra guarda varios tesoros de la época de ocupación Musulmana y otros muchos de origen natural.

Fue allá por el 2007 en un viaje a Arcos de la Frontera con mi moto, armado con un mapa Michelin y otro zoom de Andalucía que decidí desentrañar la cara más escarpada y desconocida de Cádiz y Málaga. Soy consciente que no hablo de zonas recónditas ni mucho menos, pero para el ideario general Cádiz y Málaga representan playa y sol, como ya sabéis para un montañero como yo, la playa es un medio hostil, por lo que os llevare de paseo a las Sierras de Cádiz y Málaga.

Estas Sierras tienen 2 entradas optimas a cada cual más bella, Grazalema y Ronda, ambas poblaciones son pintorescas e integrantes de la ruta de los pueblos blancos todos ellos cortados por un patrón muy especial. La teja árabe de barro, la cal blanca y luminosa al sol del sur y sus callejuelas de piedra de rio son señas de identidad, también lo es su típico enclave en las lomas de las montañas. No os perdáis ninguno de ellos en nuestra ruta destaco Grazalema, Gaucín, Algatocín, Atajáte o la majestuosa Ronda. Pero mención especial hago a Arcos de la Frontera, fuera de nuestra ruta, es un potente pueblo de considerable tamaño que ha respetado el tipicismo arquitectónico. Caminadlo, mejor, perdeos por sus callejuelas, tiene un embrujo especial.

Volvemos a nuestra ruta. Esta sierra impresiona, atravesamos poblaciones que oscilan los 800-950 metros y están a unos 30 km lineales del mar, cruzaremos un puerto de montaña de 1800m de altura, sus picos cercanos rozan los 1900 metros de altura y la pluviosidad de la zona es alta. Concretamente Grazalema recoge un volumen de agua al año propio de climas atlánticos, siendo el pueblo más lluvioso de la mitad sur. Esto como podéis imaginar deja un verde penetrante en sus bosques, ocurriendo como en el norte que la vegetación “se come” la carretera.

Lo mejor de esta ruta es su variedad, salimos de las proximidades de Ronda y nos dirigimos hacia el parque de los alcornocales. En unos 100km vamos a atravesar una variedad total de climas. El nacimiento de la ruta comienza en la sierra Malagueña entre Piornos, que como sabréis es una planta rastrojera de alta montaña que solo crece en climas fríos, tras pasar Ronda ya en plena ruta de los pueblos blancos la carretera nos regala un trazado divertidísimo, iremos en un suave y muy progresivo descenso. Primero todo es roca caliza desnuda, pero esto es por muy poco tiempo, en unos kilómetros conforme descendemos el monte se va tapizando de un intenso verde y la vegetación gana altura, nos altera este paisaje natural unos pequeños puñados de sal amarrados a las laderas de las montañas, son los pueblos blancos, que bellos!

Continuamos. Empezamos a discurrir cada vez entre vegetación más densa que embellece más si cabe el paisaje, pero lo mejor está por venir, desde este balcón privilegiado de más de 700 metros de altura, en un cambio de ladera nos topamos con una vista abierta del mar, tenemos delante de nuestras narices el escarpado Peñón de Gibraltar, la lamina de 14 km de mar del estrecho y África al fondo. Por un momento me detengo.
¿Os ha pasado alguna vez que tenéis tanta belleza amontonada frente a vosotros que necesitáis parar, sentaros y digerir todo aquello? Estos momentos son especiales,  paisajes asi vistos por vez primera generan una sensación de placer única. Todavía hoy cierro los ojos y estoy allí y mi cerebro envía una señal de paz y placer única. 

Tras esta maravillosa parada seguimos, hay mucho y bueno por ver. El calor se va notando, vamos descendiendo y ya en Gaucín tomamos un desvío importante hacia Jimena de la Frontera. El terreno se adehesa y entramos en una psicodélica sucesión de curvas, no sé si bajar el ritmo y quedarme embobado de este verde o seguir disfrutando esta carretera.
Os recomiendo comer por cualquier pueblo de la zona como Algatocín, Gaucín o Jimena de la Frontera. La carne de caza de la zona es para recordar, sin desmerecer la ternera o las setas, todo buenísimo y muy barato.

Ya con las pilas cargadas enfilamos el Parque de los Alcornocales. Es una gran masa forestal donde priman los usos tradicionales de extracción del corcho. Sus especiales características climáticas con una humedad brutal motivan una gran cantidad de alcornoque, roble, helecho, musgo y liquen. El paisaje por momentos es abrupto y con una densidad vegetal única, que belleza. Huele a norte! Os aseguro que me recuerda por la mañana a ese olor característico de Asturias.

Nuestra ruta toca a su fin, he escogido la más representativa de estas dos sierras donde en unos cientos de kilómetros se aglutina tanto y tan bueno, que querréis repetir una y otra vez.

Dicen que la cabra tira al monte y eso me ocurre, cuando me hablan de Cádiz y Málaga pienso en verdes montañas, terrenos húmedos, carreteras serpenteantes y medio rural. Os animo a que desgloséis esta sierra, disfrutadla o escaladla. A mi desafortunadamente me coge muy lejos y puedo ir una vez al año como máximo.

Es una de mis cruces especiales en ese viejo mapa de España donde apunto mis recorridos por este bellísimo país.